Vibrando al unísono

18 de Noviembre de 2010

Texto: Graciela Macedo
Fotos: Gentileza R.E.


Rojo Estambul musicalizó algunas poesías del poeta pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz y las presentó en un espectáculo que tuvo lugar en el auditorio del CMC de Santa Rosa. Luego, habló con Kresta de sus sensaciones, sueños y expectativas.



Un chelo y un acordeón, o un piano, una guitarra y la voz de él, se ensamblan armoniosamente. Ella, Josefina García, es pampeana. Él, Nicolás Blum, de Buenos Aires pero con raíces griegas.
Juntos, unidos por la música y el amor son: Rojo Estambul. No blanco, ni Constantinopla. Sí rojo pasión y misterio Estambul.
El domingo 7 de noviembre, Rojo Estambul estuvo en Santa Rosa y presentó un espectáculo de música y poesía en el que Miguel de la Cruz y Dora Battistón leyeron obras de Juan Carlos Bustriazo Ortiz y Juani de Pian interpretó una canción con música de Alberto Suárez y letra de Nicolás Blum, titulada La loma de las peperinas, obra que da título al segundo disco que el dúo grabó en la BDC (Banda del Ciervo, FM 107.1 de Santa Rosa).


- ¿Cómo se sintieron en esta última presentación?
- Estábamos muy expectantes de lo que iba a pasar porque más allá de la cuestión organizativa, había tanto para poner en juego, sobre todo por lo de Bustriazo, porque tenemos un respeto muy grande por él. Lo encaramos por el lado que nos sale, porque la poesía de Juan Carlos Bustriazo es universal.


- Ya habían hecho algo de este poeta en su presentación anterior.
- Sí. La vez anterior, cuando tocamos en El Viejo Villo, presentamos nuestro primer tema de Bustriazo y fue fuerte porque ahí estaban Roberto Sessa, uno de mis primeros profesores de chelo; Alberto Suárez, mi viejo (Miguel García)... Era como nuestra presentación oficial de Rojo Estambul en Santa Rosa y estaban todos.


- ¿Qué respuesta tuvieron entonces?
- Nos impactó mucho porque Roberto Sessa, un tipo al que le tenemos un respeto enorme, nos dijo que le había emocionado la versión que hicimos, en un formato más universal de canción. Nos dijo que la forma en la que nosotros encaramos la poesía lo había movilizado y eso para nosotros fue algo... Laburamos mucho para hacer los arreglos, realmente trabajamos mucho y que lo reconozca gente de este nivel para nosotros es como muy fuerte. Estamos muy agradecidos por eso.


- ¿Cómo se plantan ante una poesía de este poeta pampeano?
- Por ahí metemos una raíz de milonga, o una raíz más folclórica, pero lo encaramos más por la musicalidad que nos inspira la forma que les da Bustriazo a las palabras. Nosotros lo conocemos a través de su poesía y de todas las anécdotas que nos han contado quienes lo conocieron. Pablo (Jáquez) nos hizo una crítica muy linda. Nos dijo que de lo que había escuchado, así, moderno, “Labios quiero besarte” era lo que más le había gustado. A nosotros también nos movilizó y esas cosas fueron las que nos llevaron a pensar que no estábamos por mal camino.


- ¿Cómo surgió Rojo Estambul?
- El dúo empezó un poco por la respuesta de quienes nos escucharon. Tocamos una vez en un lugar que nada tiene que ver con la música y la gente se nos acercaba emocionada, entonces dijimos: tenemos que hacerlo en serio. Teníamos la desfachatez de ir con los instrumentos a todos lados. La primera vez que tocamos juntos en público fue cuando Miguel (García) fue a recibir un premio de Arquitectura, nos “disfrazamos” (de formales), caímos con los instrumentos y preguntamos si podíamos tocar. Cuando terminó la ceremonia tocamos algo de Erik Satié y de un trovador cubano, Noel Nicola, y también improvisamos y la gente se nos acercó conmovida.


- ¿Y el nombre del dúo?
- En esa ocasión, cuando la vieron tocando a ella, una señora se acercó y le dijo: te vi tocando y eras Estambul, por los rasgos de ella... y ahí nos dio medio nombre. Lo de Rojo fue por la energía, la fuerza, y también porque Estambul para los griegos es como una herejía, para ellos es Constantinopla. Así que el rojo tiene connotación con la sangre. Somos Rojo Estambul, no Blanco Estambul.

- Me contaban que hubo algunas resistencias con el nombre.
- Y... a los griegos no les gusta nada. Por ejemplo, en la Biblioteca Nacional no pudimos tocar porque no quisimos cambiarnos el nombre. Era una actividad que organizaba una asociación griega, una fusión cultural de música y poesía que estábamos armando con una actriz griega que también tiene familia turca, entonces defiende el nombre. Y dijo que si no figurábamos como Rojo Estambul, ella tampoco quería estar. Para nosotros es conciliador, porque nos llamamos Estambul pero hacemos música griega. Nos parece que insistir con esa diferencia es una involución y además... Rojo Constantinopla, no, no suena. (Ríen)


- ¿De dónde proviene cada uno, musicalmente hablando?
- Yo venía de varias agrupaciones y de andar como solista y ella, de una onda folclórica. Nos encontramos hace mucho tiempo en el Conservatorio Manuel de Falla, ella estudiaba piano y yo guitarra. Habíamos hablado una vez, nos reencontramos cuatro años o cinco años después y nos reconocimos. Íbamos a armar temas míos y nos dimos cuenta de que a los dos nos gustaba Satié, la música francesa, ella empezó a conocer la música griega, salió el Vals Soñador, que fue uno de los primeros temas que hicimos. Y aparte... nos gustábamos (acota Josefina y ríe con ganas).


- ¿Qué repertorio abordan?
- Hay temas míos que son bastante viejos. Yo hace diez años que vengo escribiendo. Ahora estamos haciendo temas nuevos como los que tienen letras de Bustriazo, arreglos nuevos, compusimos un tema en griego -yo soy de Buenos Aires pero tengo familia en Grecia- y la idea es ir mechando un repertorio intenso, que no se conozca demasiado, y si algo ya se conoce, trabajamos para hacer una versión rara, desconocida.


- ¿Cómo fue eso de ensamblar distintos instrumentos?
- Fue algo natural. Hubo una búsqueda, pero lo encontramos fácil porque la guitarra y el chelo es increíble cómo se ensamblan y el acordeón con el chelo, o la voz de él con el chelo, también. Aparte hay como varias variantes, porque ella toca el piano, entonces está la opción de piano, guitarra o acordeón, chelo y voz, chelo y guitarra. Nos gusta variar, que no sea siempre lo mismo. Pero... el volumen natural que tienen el chelo y el acordeón es la perfección. Mucho cuerpo, mucho volumen, esa cosa así como de nostalgia, son como fuertes.


- En poco menos de un año ya grabaron dos discos.
- Sí y a los dos los grabamos en la BDC. El primero a principio de año: Bella Farsa. Y el segundo es este, La loma de las peperinas. El Mono (Tempesta) y Pablo (Jáquez) son los padrinos de Rojo Estambul, los queremos mucho porque siempre nos dan una mano en todo y siempre, adonde vamos, hablamos de la Banda del Ciervo y esta oportunidad que nos brinda.


- ¿Y tus letras, de qué hablan?
- A los dos nos interesan mucho las letras, les damos mucha importancia. Lo que aúna a estas canciones es la necesidad de decir algo. Si no tengo nada para decir, no lo canto. Y si tengo algo que decir y es breve, lo canto breve, no fuerzo la escritura. Si no surgen más de tres versos, no lo fuerzo, y siempre tratamos de que la voz, en la medida de lo posible, tenga la misma calidad que la letra.


- ¿Qué planes tiene el dúo para lo que se viene?
- Estamos en la búsqueda de un sonido más acústico, más desnudo, desprovisto de distorsiones, de lo electrónico, más crudo. Y el objetivo es llevar cosas que no son muy conocidas al público, como las canciones griegas, nos gusta contar la historia, hablar del compositor, darle mucho lugar al autor, a las letras, a la canción como género. Va por ahí.


- Ahora están con lo de Bustriazo...
- Sí. En el verano nos vamos a venir a Santa Rosa para tratar de armar algo con Alberto Suárez. También tenemos ganas de hacer algo de Miguel de la Cruz. Tenemos ganas de armar algo con él y con Juani (de Pian). Allá en Buenos Aires es como más difícil acceder. Acá es como que no hay tanto y lo que hay es más accesible, como que se nos presentan más posibilidades.